Las verdades que vamos aprendiendo con la edad. Un artículo más de nuestra sección Reflexiones.
He aprendido que quiero a mi maestra porque llora cuando cantamos «Noche de Paz».
Edad 6
He aprendido que a nuestro perro tampoco le gusta tomarse mi sopa de brócoli.
Edad 7
He aprendido que cuando saludo a la gente en el campo, dejan de hacer lo que están haciendo, para devolverme el saludo.
Edad 9
He aprendido que justo cuando mi cuarto está como a mí me gusta, mi mamá me hace que lo vuelva a limpiar.
Edad 12
He aprendido que cuando quieres animarte, debes intentar animar a alguien más.
Edad 14
He aprendido que aunque es difícil admitirlo, secretamente estoy feliz de que mis padres sean estrictos conmigo.
Edad 15
He aprendido que la compañía silenciosa a menudo es más gratificante que las palabras de aliento.
Edad 24
He aprendido que cepillarle el cabello a mi hija es uno de los placeres más grandes de la vida.
Edad 26
He aprendido que a donde quiera que vaya, hasta allá me seguirán los peores conductores del mundo.
Edad 29
He aprendido que cuando alguien dice algo malo de mí, debo vivir de tal forma que nadie lo crea.
Edad 39
He aprendido que hay gente que nos ama mucho, pero sencillamente no sabe cómo expresarlo.
Edad 42
He aprendido que puedo alegrarle el día a alguien tan solo con enviarle una pequeña nota.
Edad 44
He aprendido que mientras más grande es la culpa que sienta una persona, mayor es su necesidad de culpar a otros.
Edad 46
He aprendido que los niños y los abuelos son aliados naturales.
Edad 47
He aprendido que no importa qué suceda, o qué tan malo parezca el día, la vida continúa, y será mejor mañana.
Edad 48
He aprendido que cantando «Maravillosa Gracia», mi espíritu se eleva durante horas.
Edad 49
He aprendido que el mejor lado de la cama es el que está al otro lado del teléfono.
Edad 50
He aprendido que se puede decir mucho de un hombre por la forma en que maneja estas tres cosas: un día lluvioso, el equipaje perdido y las enredadas del árbol de navidad.
Edad 51
He aprendido que mantener un jardín de vegetales es más valioso que un gabinete lleno de píldoras.
Edad 52
He aprendido que no importa cuál sea la relación con tus padres, siempre los extrañas terriblemente cuando mueren.
Edad 53
He aprendido que ganarse la vida no es lo mismo que tener una vida.
Edad 58
He aprendido que si quieres hacer algo positivo por tus hijos, debes trabajar para mejorar tu matrimonio.
Edad 61
He aprendido que a veces, la vida te da una segunda oportunidad.
Edad 62
He aprendido que no puedes ir por la vida con un guante de «catcher» en cada mano… También, debes ser capaz de lanzar, algunas veces.
Edad 64
He aprendido que cuando persigues la felicidad, a menudo ésta te huye. Pero si te concentras en tu familia, en las necesidades de otros, en tu trabajo, en conocer gente nueva y en hacer lo mejor que puedas cada día, la felicidad finalmente te encuentra.
Edad 65
He aprendido que cuando decido algo con gentileza, normalmente tomo la decisión correcta.
Edad 66
He aprendido que a cualquiera le cae bien una oración.
Edad 72
He aprendido que vale la pena creer en milagros… y a decir verdad, he visto algunos.
Edad 75
He aprendido que aun cuando yo tenga dolores, no tengo que convertirme en uno.
Edad 82
He aprendido que cada día debemos acercarnos a alguien. A las personas les encanta el contacto humano: un apretón de manos, un abrazo afectuoso o simplemente una palmada en la espalda.
Edad 85
He aprendido que aún tengo mucho que aprender.
Edad 92
Ir aprendiendo con la edad en la universidad de la vida. Al ir aprendiendo con la edad llegamos a entender, tarde o temprano, que la vida es para vivirla y disfrutarla en cada una de sus etapas.
Imagen cortesía de Pixabay
En realidad, uno va cambiando con el paso del tiempo. Un filósofo decía que cuando llegamos a una etapa de la vida, muere la persona que éramos antes. O sea que el niño que fuimos ya ha muerto. El adolescente murió cuando entramos a la edad adulta. ¿Por qué inquietarnos por la muerte si de todos modos vamos muriendo en el transcurso de esta vida?